Uruguay, tierra de grandes artistas como Felisberto Hernandez o Juan Carlos Onetti. Su aporte a la cultura latinoamericana ha sido impresionante, tanto así, que hoy en día sus obras siguen vigentes para su estudio y análisis.
Y no por eso se debe extrañar que existan bandas talentosas, experimentales, poderosas y vanguardistas de la talla de Camposanto, agrupación nacida en Montevideo y que desde hace algunos años viene dando de qué hablar.
Camposanto: Uruguay a la vanguardia
Camposanto nace de la mano de Antonella Moltini y Martín Canova a mediados del 2011 con un concepto que se movía entre el Technopop y el Industrial, sin llegar a tocar sus tintes más extremos.
Si tuviese que definir este dúo, diría que la banda bebe de las influencias antes mencionadas para forjarse un sonido propio, cargado de transiciones que parecen arrastrarse, para luego succionar fuerzas de los altoparlantes antes de explotar en amalgamas de frecuencias bajas.
El principal componente de Camposanto puede dibujarse en nebulosas. Despeche Mode es una de las primeras cosas que vendrían a la mente, sin la millonaria producción que ha caracterizado a sus más recientes trabajos. Camposanto juega a la sinceridad de un género que matiza y colorea los espacios a donde los sonidos no pretenden llegar. Rellena las viñetas y las enseña sin tapujos.
El juego entre lo surreal y la vanguardia no deja de ir de la mano con la inclusión de elementos clásicos de la electrónica como el delay, chorus y flagers; y repeticiones caucásicas, casi austeras de las ondas sonoras.
Bagaje discográfico
Ya hemos mencionado que Camposanto viene pisando duro con un género no tan conocido en Uruguay. A pesar de ser una agrupación sumamente joven cuyo futuro resulta incierto, no está de más recalcar que tienen bajo el brazo un par de discos que nos hablan de su esencia.
Su primer disco titulado Camposanto I fue lanzado el 10 de marzo del 2013. Consta de seis tracks que arman un conjunto de desvaríos viscerales. El trance parece secuestrarnos, sobre todo, en los temas “La Antifiesta” y “Fabrica de barro”.
Este debut los llevó a salir de Uruguay en una pequeña, pero exitosa, gira por Perú y Argentina, dos grandes potencias de la movida urbana y alternativa en el continente.
Recientemente, Camposanto ha develado y puesto a la escucha de todos su segundo disco, el cual lleva por nombre Camposanto II: La guerra eléctrica. Las maniobras sonoras que venían desarrollándose en su primera placa, agarran vuelo y madurez en esta ópera de cinco tracks, en las que destacamos “Esta es mi ciudad” y “El fin de la guitarra eléctrica”.
El avance de la tecnología permite que las ideas se condensen y se fundan en la abstracción. Podemos escuchar bocinas, midis de guitarras eléctricas y beats tajantes. Cada canción lleva una dirección de matiz seco.
Para finalizar, decretamos que Camposanto de Uruguay es una banda que marcará pauta en los siguientes años gracias a su estilo, frescura y formas de ir al grano.